
martes, 29 de septiembre de 2009
Sentirme.

domingo, 27 de septiembre de 2009
Tengo ganas de ti.
Me muero por visitarte. Y aunque no sepa el idioma, y tal vez haya escrito mal los nombres y puede que no sepa ni tan siquiera pronunciarlos me da igual, hoy me muero por visitarte. Por descubrir que tienes entre tus calles, por poder tomar una copa de vino y fumarme un cigarrillo tranquila mientras veo pasar la gente haciendo sus quehaceres cotidianos. O pasear tranquilamente antes de sentarme en la hierba para poder hacer un picnic. Y recordar a Jean Paul Sartre y a Simone de Beauvoir.. Saber que ellos han estado caminando por las mismas calles que tal vez algún día yo pasee me parece mágico. Puede parecer absurdo pero es así y supongo que de hecho son estos dos personajes los que me incitan a ir a Francia. Cenar en un bonito restaurante y observar desde un hotel o una casita el resplandor de la noche allí me parecería sublime seguramente. Si, sin duda me muero por visitarte. Por saber qué es lo que me susurrarías mientras duermo entre tus sábanas.....
Ojalá pronto podamos vernos. Ojalá me esperes igual de mágica que en mi imaginación. Espérame.
domingo, 20 de septiembre de 2009
Algún día machacaré a todo este remolino de sensaciones y emociones mezcladas. Las aplastaré y seré neutral por completo. Nada me hará sonreir, ni llorar, nada me impulsará a hacer nada y después de todo solamente me quedará un silencio precioso que me acunará por las noches.
Imaginaré que las figuras de los caleidoscopios se mueven al compás del silencio y tendré un momento de paz.
Un momento de paz inánime.

jueves, 17 de septiembre de 2009
02
"El alcohol hace olvidar"
Como si de fe religiosa se tratase él cada noche se aferraba a esa afirmación. Llevaba doce meses viajando a los bares infernales de la soledad compartiendo taburete con Tom, un hombre 30 años más triste que él y bebiendo cada día de una botella alcoholica diferente.
Disfrutaban charlando aunque a la mañana siguiente muchas cosas quedaran borrosas o difuminadas. Puede que ninguno de los dos se acabaran comprendiendo perfectamente pero se sentían agusto el uno con el otro y eso a Zettric le aliviaba por las mañanas. Le dolía todo y muchas veces se aventuraba en busca de moratones nuevos que no sabia como habian acabado en el brazo, la pierna o en cualquier parte del cuerpo, pero siempre tenía la sensación de haber aprovechado la noche con Tom, incluso cuando no recordaba absolutamente nada.
De todas formas, aquella mañana no era como todas las otras. Había algo en el destino que se le habia escapado y que no tenía ni idea de que le explotaría aquel día. No sabía que iba a explicarle a Tom que le dejaba en las noches de soledad compartida para siempre. No sabía que por primera vez iba a decidir sobre su vida tan rápido y tan fríamente. No sabía que era tan cobarde. Lo cierto era que no sabía demasiadas cosas.
Después de la ducha y un enjuague Zettric se arropó con el albornoz y decidió ponerse un disco de Lou Reed para ambientar aquella casa revuelta y con poca higiene. Se sentó en el filo de la cama y cerró los ojos. No imaginaba nada, solo su misma habitación desastrosa. Su mísera vida. La ausencia de Laura. El desprecio de su madre. Y el timbre sonando.
Abrio los ojos tranquilamente pero un poco desconcertado, se habían colado sin permiso en lo más profundo de sus pensamientos, de sus sentimientos. Pensaba ignorar la puerta porque probablemente sería algún vecino capullo que quería robarle su momento de intimidad, pero de pronto escuchó la voz de Laura o al menos eso parecía.
"Dejame entrar ahí, soy yo".
¿Quién..?
Laura
¿LAURA?
"Si.. abreme anda.."
No podía creer lo que estaba viendo. Despues de tanto tiempo solo tenía que abrir la puerta y ahí estaba, era ella. Y no se trataba de una imaginacion o de una ilusion. Era ella sin duda. Pero no venía sola. A cuestas llevaba un niño, debía tener 3 años. ¿Se habría casado en este tiempo? ¿Qué hacía aquí? Que ganas tenía de verla...
"Vamos al grano si?"
"Qué pasa?"
"No tengo dinero Zettric. Ni nadie que me ayude. Tengo otras cosas que hacer y él no tiene la culpa de nada sabes? "
"No sé de que hablas Laura. Deberías explicarte mejor"
"Joder Zettric, tan mal te están dejando las drogas que no entiendes que vengo a pedirte dinero por él. Que vengo a que me ayudes tú. Tú que eres el maldito padre de esta criatura?"
"...."
El silencio se apoderó de él por completo.
"No vas a decir nada?"
Esperaba sentir algo si algun dia le comunicaban que iba a ser padre. No se lo esperaba hoy y tal vez fue algo parecido a un bloqueo emocional pero incluso después del momento ocurrido él no sentía responsabilidad, ni paternalidad alguna. E incluso cuando días después del portazo de Laura y del berrinche del niño por los gritos de la madre, ella que había picado a su puerta y corrido hasta la del portal dejandole al mando del niño sin dar explicación y abandonando al pequeño sin más, no fue capaz de sentir nada. NADA.
Sabía que tarde o temprano iba a llegar este momento. No tenía miedo y estaba convencido de lo que iba a hacer. Tal vez un poco descolocado porque la situación en general le habia olbligado a forzar esta decisión pero como se repetía una y otra vez "era evidente, tarde o temprano llegaría el momento".
Eran las cinco de la tarde. Laura le trajo al pequeño sin nombre y huyó corriendo. Cuando pudo darse cuenta tenia a un enano de 3 años más o menos en su casa. Asustado, descolocado y bien pegado a una pared con los ojitos llorosos. Sí, daba pena pero no era asunto suyo por mucho que dijera que era su padre. Tal vez era la excusa perfecta para deshacerse de un problema más en su vida.
Bajó al bar. No le pasaria nada por cinco minutos. Tom, como de costumbre, estaba ahí. Al final sería cierto que jamás se movia de allí, pensó Zettric.
-Vengo a despedirme Tom, ha sido un verdadero placer beber con usted.
-Chico, no solo hemos bebido.
-Mayormente sí, no cree?
-Bueno.. yo prefiero llamarle sobrevivir. Y que te he dicho de lo de usted? No soy un viejo cascarrabias ni uno educado. Yo soy Tú.
-Entonces yo soy tú? jaja..
-Maldito hijo de perra... Y a dónde vas?
-Todavia no lo sé, tal vez a Francia.
-Paparruchas.. seguro que te quedas en el camino.
-Bueno Tom debo irme ya.
Tom lo miró con esa cara de hombre más triste del mundo y le sonrió levemente. Se acercó patoso hacia el muchacho y le dio un abrazo.
Cuídate.
Volvió a su habitación y no habia pasado absolutamente nada. Habian sido cinco minutos y el
chico continuaba allí perfectamente. El siguiente paso era el más complicado. Decidir nunca se le habia dado demasiado bien pero al parecer en situaciones limites debes ponerte las pilas. Sofía, ella siempre habia sido una buena hermana, incluso cuando él había sido la escoria más grande del mundo con relación a ella (y tal vez con la sociedad en general) nunca jamás le habia abandonado. Y si ahora se encontraba solo no era porque ella hubiese querido si no por que él mismo le habia forzado a marcharse de su lado. Sabía que no era una buena influencia para ella y todavia le quedaban muchas cosas por hacer a su hermana.
Dejó el coche en frente de la puerta de su casa. Y le dijo al pequeño que allí estaría mejor, que todo el mundo le querría y que sería feliz. Le dio la sensación de que el niño no le creyó pero eso poco importaba ahora. Picó al timbre y le dijo que no se moviera de donde estaba hasta que no abrieran la puerta. Él salió corriendo mientras acababa de pronunciar las ultimas palabras, arrancó el coche y vió como abrian la puerta. Todo solucionado pensó.
Pero se puso nervioso, demasiado nervioso así que decidió volver un rato al bar antes de emprender su viaje. Tom seguía allí y se ofreció a invitarle a todas las copas de esa ultima noche. Y así fue. Estuvo toda la noche bebiendo y aliviandose con Tom por todo lo que habia hecho y de lo que todavia no era plenamente consciente. A la mañana siguiente, borracho y sin ningun tipo de reflejos decidió coger el coche para partir. Tom estaba demasiado ocupado vomitando como para detenerle para que no conduciera borracho asi que tambaleandose llegó al coche. Pronto cogería las llaves y abriendo bien los ojos metio las llaves.
Lo último que recuerda son los cristales. Diminutos y grandes trozos de cristales puntiagudos a punto de arrasar con todo lo que se les pusiera en su camino. Se trataba de una especie de batalla cuerpo a cuerpo. Cristales vs chapa roja.
domingo, 6 de septiembre de 2009
Morir también es la mejor opción.
Sí, sin duda camina a mi lado..
Y eso era lo unico que quería pensar ella. Que caminaba a su lado como un gato invisible, que él la seguía admirando a su modo en la distancia, que la seguía amando pero de un modo peculiar. Pero en el fondo de su ser sabía que era todo mentira, que su amor propio se habia truncado por una serie de situaciones absurdas que tal vez la superaban, que sus sueños hacía mucho que no existían, y que él por supuesto ya no la quería como antes. Y esque sus sentimientos desde hacía ya un tiempo se habian marchitado como las rosas secas de su habitación. Lentamente, silenciosas y dejando huella. Dejando esa presencia en el aire que te gusta pero te agobia. Hasta que al fin mueren. Y entonces tú lo notas y te duele tanto que es mejor callar, callar y morir también.
domingo, 30 de agosto de 2009
Por los días que agotan.
Por los días que agotan.
lunes, 22 de junio de 2009
01

domingo, 21 de junio de 2009
Un cuerpo inerte.
Silencio absoluto.

Nada.
Magia.
Magia.
Magia.
Nada.
Silencio absoluto.
Un cuerpo inerte.
Una burbuja.
00
"Alocada" le decía él cuando venía corriendo a casa con una sonrisa en la boca y diciéndole "no lo he podido evitar cielo". La acurrucaba en una toalla y la llevaba al lado del fuego.
Era en esos momentos donde Valerie podía decir perfectamente que era feliz. Feliz por las noches de diciembre, por el sol de enero, por sus manos, por el fuego que le esperaba y por la impulsividad.
Desde bien pequeño había sido un niño problemático. Rompía los juguetes de los demás, siempre salía corriendo para que no lo pillaran, destruía su propia habitación y muchas veces intentaba escaparse de casa. Realmente no es que no le dieran cariño simplemente había sido un niño/adolescente complicado. De mayor se había ido calmando, lo cierto es que la lectura fue un factor importante y el hecho de independizarse también.
A el le encantaba quedarse en casa. Se conformaba con la alfombra al lado del fuego y los cojines, un poco de buena música y tal vez un helado de strachatella. Como a Valerie, los helados les apetecían más en invierno que en verano y cuando se quedaban desnudos, completamente desnudos el uno al lado del otro sin nada que decirse, sin nada que hacer, solamente respirando la respiración del otro Isbac podía decir perfectamente que era feliz. Feliz por el calor de las llamaradas controladas, por el suelo fresquito sin alfombra, por la simplicidad de las cosas, por el olvido de la destrucción y de la autodestrucción, por la serenidad.

Abrieron los ojos esa mañana de domingo después de unas copas de vino y queso que se tomaron ese sábado noche mientras escuchaban "love me two times" celebrando que todavía se aguantaban después de tres años viviendo juntos. Decidieron hacer recorrido de fotografías y recuerdos y luego preparar una cenita juntos, apagar toda luz existente en casa y encender velas. Más tarde Valerie puso esa canción y empezó a desnudarse, se había comprado un bonito conjunto de ropa interior y quiso enseñárselo del modo más divertido posible. Fue muy gracioso porque anteriormente se había quitado los zapatos de tacón y se puso unas zapatillas de cocodrilo horribles que no pegaban para nada con los tonos negros y rosas de encaje. No podía gustarle más a Isbac lo certera y centrada que se mostraba a veces y lo niña e impulsiva que podía llegar a ser casi sin darse cuenta.
Él abrió los ojos antes. No entendía como no podían molestarle intensamente, al igual que a él, los rayos de sol que penetraban en la habitación por ese gran ventanal. Fue directamente al baño y se pegó una ducha, se lavo los dientes y volvió a la cama.Era curioso como no le molestaban los rayos de sol y notaba absolutamente siempre como alguien se colaba en su cama. Así que justo en el momento en que apoyó una mano en la cama sabiendo que se despertaría y por lo tanto mirándola, ella abrió los ojos para decirle...”lo has vuelto a hacer.... en el fondo te odio." Pero en seguida continuó. "ven aquí anda".
Dos o cuatro besos de buena mañana hicieron que les apeteciera desayunar fuera. Hoy no habían fuerzas ni para untar una tostada. Así pues se pusieron lo primero que encontraron en el armario y salieron de casa. Fueron al lugar de siempre "Cacoa", se pidieron un capuchino y un chocolate caliente. Y unas tostadas para acompañar. Les encantaba ese lugar por que estaba justo enfrente de un paseo enorme por el que pasaban cuatro personas contadas y normalmente podías observar a algún que otro hombre o mujer sentada en un banco pensando en sus cosas. Valerie siempre los miraba con detenimiento y él pensaba qué sería exactamente lo que ella imaginaría de ellos.
Dos minutos más tarde uno de ellos solamente quería negar la realidad que se le presentaba.
lunes, 15 de junio de 2009
Odio/Adoro
Me gustan los hombres que cruzan las piernas como las mujeres.
Y odio tus puntos suspensivos continuos en el tiempo.
Me gusta que te apartes cuando mis brazos te medio empujan y luego vuelves a mi corriendo para abrazarme.
Odio mi tripa pero le tengo cariño a mi ombligo.
Me gusta mojarme el pelo en verano y sentir el frescor que desprende en mi.
Me gusta tumbarme en la hierba y oler la paz de esa brisa tan particular.
Odio el lugar en el que vivo.
Odio la gente que vive en él.
Odio no entender nada y sentir que todo se me escapa de las manos.
Me gusta improvisar. Llamarte. Verte.
Me gusta decidirte tonta/o, te quiero.
Odio mis pies pero me encanta sentir la arena fría de la noche.
Me gusta pedirle deseos a la luna y mirarla fijamente.
Y me gustan mis pechos. Sí.
Me encanta recibir cartas que poder contestar a mano.
Me gustan las noches de moscatel y amaretto con café, con velas y música donde hablamos de todo y de nada, donde reímos y lloramos, donde somos nosotras mismas.
Odio que me chillen. Cada día más.
Odio que me interrumpan en medio de una canción triste.
Y me encantan las películas que acaban mal aunque me sienta triste y desgraciada.
Me gusta tocarme el pelo y hacer con el mil virguerias.
Me gusta más que me lo acaricies tú y que recorras mi cuerpo con tus manos.
Odio que dejes de besarme
Odio que tu mirada se pierda en la nada como si no fuera contigo nada.
Me encanta que me descubran en la medida que yo únicamente les dejo.
Me encanta soñar con una habitación llena de posits.
Y adoro que me protejan sin agobiar.
Odio sentir que estoy de espectadora de una función que no va conmigo.
Me gusta caminar debajo de la lluvia y sentir cada gota encima de mi.
Me gusta la nieve y jugar a tirar bolas.
Odio no haber hecho nunca un muñeco de nieve.
Y me gusta imaginar todas aquellas cosas que haré
Aunque también odie pensar que probablemente no pueda hacer ni la mitad.
Odio no saber qué hacer, qué decir, cómo actuar.
Me gusta mirar fijamente a los ojos hasta que alguien aparta la mirada.
Amo los atardeceres con un termo de café en la mano y una buena compáñía
Odio no poder viajar tanto.
Y me vuelvo loca pensando como sería.
Odio que no entiendas porque me gusta vivir.
Y en el fondo me encanta ser contradictoria. Caigo en mi propio pozo pero también tengo mi propia escalera.
Odio no tener tantas fotografías para poder recordar.
Odio despertarme después de un sueño entrañable.
Y me encanta ser la mujer de voz "Recordable"
Adoro las mañanas en las que me esperan con el desayuno hecho.
Me gusta el chocolate pero sobretodo cuando está acompañado de fresas.
Odio no haber tenido animales y sueño con tener un gato pronto.
Amo mis sábanas incluso cuando están revueltas .
Adoro los cojines.
Y te odio porque no estás aquí.
lunes, 1 de junio de 2009

lunes, 25 de mayo de 2009
Absoluto silencio. Una persiana que deja entrever los difuminados rayos de sol del atardecer. Cuatro paredes totalmente vacías con la puerta de entrada entreabierta. Un suelo extrañamente caliente. Y la sensación de vacío por todas partes.
Como la nieve más fría estás sentado en un rincón de la habitación. Estás estático y al parecer tu cuerpo no responde. Solo vas notando como el calor del suelo comienza a hacerse lentamente, muy lentamente, más intenso. Este todavía no te produce nada. Está ahí. No es molesto. Sin embargo tu estaticismo sigue permaneciendo. Las horas siguen pasando. De hecho no sabes ni en qué día de qué mes e incluso de qué año te encuentras. No sabes cuanto tiempo llevas sentado con las piernas inmóviles y lo brazos caídos encima de éstas. No reconoces en qué lugar estás y al parecer lo único que te medio funciona es el cerebro porque eres consciente de todo lo que piensas aunque la mayor parte del tiempo simplemente sea una sensación de locura extrema, de desasosiego y de ansiedad que solo batalla en tu cabeza porque exteriormente no hay nada. Ni siguiera parpadeas aunque eso sea imposible. Eres una estatua. Tal vez eres producto de la ciencia. Tal vez incluso no seas

Otra vez. Nada en la cabeza solo esa sensación insoportable. Recorrerías la habitación dándote golpes en la cabeza sin parar. No importaría la sangre y evidentemente mucho menos las paredes. No importaría chillar porque ahora mismo lo deseas pero tu boca no responde igual que tu cuerpo entero. Hay algo que no te deja moverte. Necesitas salir de ahí pero al parecer no es posible. Y esta vez no se trata de cerraduras o de llaves por encontrar. Esta vez no. Probablemente solo exista una forma de volver a vivir y no está en tus manos. Estás cansado. Demasiado cansado. Pero espera.... el suelo comienza a volverse cada vez más caliente. Ahora lo sientes con muchísima más intensidad. Si no sales pronto puede que te quemes. Que hacer. Que no hacer mejor dicho. Notas como ese estaticismo comienza a moldearse. Pareces un trozo de cristal moldeándose en el fuego. Tus brazos comienzan a caer lentamente y conjuntamente con tu cuerpo vas directo a estirarte en el suelo. Como si de mantequilla deshaciéndose se tratara todo tú se desliza ante el suelo caliente. Cada vez te sientes menos espeso. Hay algo que parece desaparecer aunque no sabes exactamente el qué. Comienzas a ver borroso eso es cierto. Y el silencio que escuchabas se convierte en un extraño tapón que de tanto en tanto deriva en un pitido muy leve. Notas como tus brazos dejan de existir, tu torso, tus piernas, tus dedos, hasta tu cara ha dejado de existir. Ya no eres. Y te deslizas por el suelo como si pudiera patinar por él. Ya puedes moverte, lentamente pero puedes. Comienza a recorrerte una especie de libertad de peseta, pero libertad al fin y al cabo. Te encanta. Ya no sientes la cabeza. No hay ansiedad. No hay estaticismo ni una quietud helada. Todo es movimiento y ondulación.
Y de pronto el pitido deja de sonar. Y oyes como la puerta se abre. Canturrea una mujer. No la puedes ver pero al menos ahora oyes. El sonido cada vez es más cercano. Va directo hacia a ti. Y de golpe te aporrea! Una y otra vez. Y a ti no te duele pero te da la sensación de que desapareces. A cada estampida le sigue un raro descubrimiento de que tu ser desaparece. De que poco a poco no eres nada. Se lleva de ti lo que ahora necesitabas. Pero aun así la indiferencia y la resignación se habían apoderado demasiado de ti anteriormente y eso al fin y al cabo hace que no te importe demasiado. Y no huyes. Te dejas absorber. Y decides dejarte llevar. Y ya queda poco. Y ya no eres nada. Ya no estás. Adiós.
jueves, 14 de mayo de 2009
sábado, 25 de abril de 2009
De una blancura cristalina está recubierto el exterior mientras que sombras y neblinas inundan su interior.
La irascibilidad comienza a estar demasiado presente en el ambiente y los nubarrones negros comienzan a desaparecer en forma de lágrimas. Es curioso sobrevivir en él pues aunque no puedas evitar tener ganas de lanzarte a otra parte sin miramientos te acoge de una forma asombrosa y casi incomprensible. Decididamente es

sábado, 11 de abril de 2009
Un brindis por los desvaríos varios.
La corriente me lleva y ya no historias que contar.
Bueno, solamente una.
Tú y yo en la montaña rusa de las burbujas parpadeantes entre sonidos psicodélicos.
Las mentiras cubren el espectáculo y los actores se dedican a la bebida. El publico, mientras tanto, con cuchillos y yogures de pastillas te inducen al suicidio mientras te cantan canciones de cuna u otras oraciones.
Los susurros son las espinas de aquellas rosas puestas en nombre del desasosiego, de la irritabilidad producida por el escándalo mundial, de las ideas, de los sentimientos, de las cosas en general.
Justamente por este escándalo la lucidez hace tiempo que dejo de correr grandes distancias. Los kilómetros de esa carretera abandonada a su suerte me recuerda a los vacíos curiosos de las lagunas. Y decididamente también a la soledad eterna de los árboles desnudos en la noche más oscura que se encuentra sin luna. Ésta ha muerto pero pocas cosas me parecen interesantes.
Ahora pegada al interfono para ver si este mundo de irrealidad se torna algo más coherente y algún vecino me avisa de que no son horas de aporrear el instrumento mientras la televisión está a tope y el tocadiscos está rallado sé que hoy no sonara.
Igual que ayer.
Que antes de ayer.
Que mañana.
[De tanto en tanto va bien desvariar. He dicho]
jueves, 2 de abril de 2009

El arte de ser uno mismo. Demasiado complicado. Asimilar un personaje, llevarlo a cabo, mentir, escapar, huir, charlatanear sin decir nada. Fácil sin más. Pero cuantos son ellos. Cuantos son capaces de verse a si mismos. Cuantos.
Los nubarrones negros de la indignación revolotean por los alrededores de mi carne y de mis huesos. Soy capaz de verlos y muchos creerán que estoy loca. No importa, ya no. El pecho duele como si de un piano aporreado se tratase. Las piezas de ajedrez caen todas rendidas y las reinas se meten cocaína. Las gotas comienzan a caer del techo, son pedazos de espejos rotos, puntiagudos, que hacen daño como agujas en los ojos.
Y ahora la vejez. La vejez ya es impensable cuando sabes que no va a llegar mientras disimulas con tranquilidad que todo sigue su curso. Pero no entiendo entonces porque las lágrimas aparecen y desaparecen. Sabes que aceptaste el trato, sabes que no hay lucha de por medio porque la batalla ya está ganada. Sin embargo no puedes controlarlo todo. Y duele. Y luchas. Aunque todo esté perdido, luchas.
La cama me llama. No tiene nombre porque no he querido adecuarla a mí de forma tan sumamente posesiva pero ella me ha secado los ojos, ha escuchado mis plegarias y mis deseos ocultos destinados a la nada. Me caigo. Sufro de estupidez humana y como tal no la puedo ignorar. Te llamo. Te quiero. Es curioso saber que en la distancia has estado siempre tan cerca. Y esto no tiene sentido hacerlo pero extrañamente me siento mejor. Es curioso que ya no tenga ansias por meterme bajo las sabanas y no salir jamás. Es evidente que todavía me invade algún que otro deseo pero nada similar a la sensación anterior. No se puede negar lo evidente. Me marcharía contigo en una burbuja gigante en la que estuviéramos los dos sin nada que nos pudiera alcanzar.
Te descubro y te adoro. Te descubro y no me deja indiferente. Te descubro y todavía te amo más.
En la garganta un nudo. En los ojos agua. En las manos temblor. En el pecho dolor. En mi mente fotogramas que ni yo misma acabo de comprender. Una silla solitaria, un nubarrón negro, unos pies descalzos, tus caricias, tu vida, yo.

Descuidando mis zapatos comienzo a caminar. La lluvia moja mis pies y no es desagradable. El frío no congela porque tiene forma de calidoscopio y aunque no entiendo muy bien la relación entre una cosa y la otra simplemente es así. El sonido del grito viene al pisar sobre tu futuro incierto, aquel que anhelas pero no sabes si conseguirás jamás. Futuro claro. Futuro borroso.
Ahora reivindico el derecho de dormir con quien quieres en el momento que quieres, el derecho de chasquear los dedos y aparecer en un lugar completamente distinto a lo ya conocido. Con voces diferentes, calles inimaginables, olores exóticos, ambiente intenso.
La conclusión es siempre la misma. Creo en ti. Creo en mi. Pero no creo en el mundo que me rodea. Tal vez por que realmente lo desconozco, tal vez porque jamás me metí de lleno en él, tal vez porque por no conocer no conozco ni la luz de este cuarto aun bañado de ese color negro con algún toque grisáceo.
Sigue lloviendo y no entiendo esta nostalgia, este sin vivir de un día. Quiero salir. Salir de aquí. Volar a los países sin nombre. Marcharme a la ciudad de Ningún lugar. Seguro que allí todo sería menos complicado, más sencillo y adecuado.
martes, 31 de marzo de 2009
