lunes, 1 de junio de 2009

Se trata de la agonía sostenida, de las siluetas borrosas y los caballeros caídos. De las voces que susurran a cada momento monosilabos extraños que te hacen recordar las incoherencias pasadas que ahora son las incoherencias futuras.
Las modificaciones cuantitativas han sido curiosamente elevadas mientras que tal vez lo más importante se haya quedado en la barrera de salida. La calidad de las acciones relacionadas con un entorno físico, social y emocional son nulas. Dos o tres de cada cinco millones de habitantes tal vez sufran alguna transformación positiva en todo esto. Sin embargo es solo algo que imagino.

Gana siempre la inestabilidad, la estúpidez y la solidez de unos valores que están bajo tierra, pisoteados y aplastados por nuevos "valores" desacreditados pero compartidos por las grandes masas de entes vivientes. Y en este punto nos preguntamos si realmente sirve de algo plantearse nada cuando uno mismo se regodea en el sufrimiento por los pensamientos aleatorios y las preguntas sin respuestas.

Quisiera poder taparme los ojos con un pañuelo rojo, que tú me dieras vueltas y luego me soltaras. Que pudiera palpar todo lo que me rodea y que no recordara lo que es, sino que imaginara todo cuánto podría ser. Y entonces, en unos segundos, volverte a encontrar para poder imaginar todavía más.
[Buenas noches Chopin y escritura automática. Como siempre una velada muy enriquecedora]

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