La película que nunca he querido ver aparece de pronto. Tras varios años de absentismo de mi propio mundo abro los ojos. Dosis de realidad demasiado grandes. La asimilación de su totalidad en mi se me hace complicada en minutos, horas, días. Dolor de cabeza. Los espirales en los que giramos continuamente cada vez se tornan más absurdos, surrealistas, incoherentes. El resplandor que antes creía ver y sentir como si yo misma estuviera repleta de esa luz queda reducido a la nada. Simples cenizas renuevan mi interior y aunque ahora me siento más llena, más completa, a la vez mi cuerpo libera
cierto desconcierto. Una inseguridad y un miedo con otras definiciones a las conocidas. Como si de una caricatura hablaramos mi rostro se vuelve cada vez más deforme ante todo lo que me rodea, ante tí, ante él, ante el todo en general. Y me revuelve las tripas. La presión es indescriptible pero pronto pasará. Al menos eso es lo que una se dice a si misma. Cuentas hasta 100 y la habitación da vueltas. La musicalidad de aquellas canciones parecen borrosas y como por arte de magia aparecen y estallan en tu cabeza. El huracán de pensamientos con bruscos empujones te arrastra a un mundo caotico. Ya nada tiene demasiado sentido. Y como Brandie Meyko dijo en su momento "todo es mentira".

Dosis de irracionalidad. El mejor balsamo que cierra el ciclo, que hace que nos mordamos la cola.
ResponderEliminarDosis de irracionalidad. Sistematiza al colectivo en una espirar de indiferencia.
Sientete libre para dar vueltas. Siente viva para no sufrir por conjeturas que te son extrañas y exteriores. Se Meiko. Se tu misma
Brandie Bowman