lunes, 22 de junio de 2009

01


Nada. Nada en absoluto. Con la incomprensión marcada en su rostro permaneció quieta y en silencio unos instantes. Había demasiada oscuridad en aquel lugar. No podía ni intuir sus propias manos y lo único que era capaz de saber con certeza era que su mente andaba a trompicones a causa del miedo asfixiante que le recorría intensamente todo el cuerpo. Podía notar casi un dolor físico. Sus piernas debían estar magulladas porque las sentía con demasiado calor y cuando se acercba a la parte en cuestión escocía cosa mala. Calma. Calma. Eso era lo que se repetía una y otra vez. Intentaba asimilarlo, recordar algo para poder procesarlo pero no encontraba en ningún lugar de su memoria la respuesta a lo que le interesaba.

Al rato, que no sabía si podía haber sido una hora, dos minutos o cuarenta segundos Valerie se incorporó con cuidado y lo primero que notó fueron aquellos pedruscos. . Se trataba de piedras gordas y rocosas, tenían como arenilla que se desprendía cada vez que las tocaba.No veía absolutamente nada pero podía adivinar con más o menos exactitud dónde se encontraba si utilizaba su tacto El suelo era pura arena de playa pero esta vez no le producía para nada alivio o tranquilidad. Dónde coño estoy metida. Intentó tocar el techo pero o no existía o simplemente no llegaba con su altura de metro setenta. Alzó las manos bien arriba pero solamente notó más piedras. También quiso averiguar cuántos metros cuadrados tenía para caminar. Así que después de notar que se encontraba en una superficie de forma redonda alzó las manos en dirección hacia adelante para no chocarse cuando encontrara la otra pared y contó los pasos... 1, 2, 3...Ya?! Se puede saber qué narices hago aquí? Qué es esto? Una especie de broma? Hola? Por un momento Valerie pareció perder los nervios, el norte y toda formalidad. Cayó al suelo cual peso pesado y tras chillidos y manotazos empezó a sonar. Tenía que ser una broma. Era su canción.

domingo, 21 de junio de 2009

Una burbuja.



Un cuerpo inerte.



Silencio absoluto.



Nada.


Magia.
Magia.
Magia.

Nada.



Silencio absoluto.



Un cuerpo inerte.



Una burbuja.



No importa que quieras dejarme sorda con palabras que ya no sirven de nada, que se repiten para formar una gran masa de poca productividad hacia una situación descontrolada. No importa que me chilles porque no voy a dejar que me veas mal, no vas a oirme llorar ni vas a poder sentirme más. No te das cuenta de que te estás equivocando de camino y asi cada día lo estropeas más.. Me marcharé. Cuando pueda lo haré, no te preocupes, ya sé que ultimamente lo deseas. Pronto las cosas irán bien.
Puedo soñar mientrastanto, sé que me puedo refugiar ahí. Nadie podrá sacarme. Y mis ojos seguirán brillando. Y si no es asi será porque se me han acabado los sueños y las ganas de vivir. Pero da igual todo. Solo estoy cansada, no me afecta ya. No va a afectarme más. Solo quiero descansar y que me dejeis en paz.
De una vez por todas. Dejadme en paz.

00

En las noches de diciembre le encantaba coger una silla, llevársela a la playa y sentarse a observar. La brisa fría y casi congelada en sus mejillas rosadas, el agua rompiendo contra las rocas, la arena moviéndose al compás del viento, y el silencio del vacío. Ese vacío que solo se encuentra en invierno. También le gustaba cerrar los ojos e imaginar lo que tenía delante suyo con todo detalle para luego abrirlos y darse cuenta de que se le habían escapado multitud de pequeñas cosas. Siempre se quedaba con lo general y los detalles se los inventaba. Lo cierto es que hacia un esfuerzo par que no fuera así pero su imaginación volaba demasiado alto. Por otro lado esa tranquilidad y ese descanso que notaba al tocar la noche y el invierno hacían de ella una mujer impulsiva y cuando menos te lo esperabas, miraba a un lado y a otro y de golpe, sin más preámbulos, se quitaba la ropa y se tiraba al agua.

"Alocada" le decía él cuando venía corriendo a casa con una sonrisa en la boca y diciéndole "no lo he podido evitar cielo". La acurrucaba en una toalla y la llevaba al lado del fuego.
Era en esos momentos donde Valerie podía decir perfectamente que era feliz. Feliz por las noches de diciembre, por el sol de enero, por sus manos, por el fuego que le esperaba y por la impulsividad.


Desde bien pequeño había sido un niño problemático. Rompía los juguetes de los demás, siempre salía corriendo para que no lo pillaran, destruía su propia habitación y muchas veces intentaba escaparse de casa. Realmente no es que no le dieran cariño simplemente había sido un niño/adolescente complicado. De mayor se había ido calmando, lo cierto es que la lectura fue un factor importante y el hecho de independizarse también.

A el le encantaba quedarse en casa. Se conformaba con la alfombra al lado del fuego y los cojines, un poco de buena música y tal vez un helado de strachatella. Como a Valerie, los helados les apetecían más en invierno que en verano y cuando se quedaban desnudos, completamente desnudos el uno al lado del otro sin nada que decirse, sin nada que hacer, solamente respirando la respiración del otro Isbac podía decir perfectamente que era feliz. Feliz por el calor de las llamaradas controladas, por el suelo fresquito sin alfombra, por la simplicidad de las cosas, por el olvido de la destrucción y de la autodestrucción, por la serenidad.



Abrieron los ojos esa mañana de domingo después de unas copas de vino y queso que se tomaron ese sábado noche mientras escuchaban "love me two times" celebrando que todavía se aguantaban después de tres años viviendo juntos. Decidieron hacer recorrido de fotografías y recuerdos y luego preparar una cenita juntos, apagar toda luz existente en casa y encender velas. Más tarde Valerie puso esa canción y empezó a desnudarse, se había comprado un bonito conjunto de ropa interior y quiso enseñárselo del modo más divertido posible. Fue muy gracioso porque anteriormente se había quitado los zapatos de tacón y se puso unas zapatillas de cocodrilo horribles que no pegaban para nada con los tonos negros y rosas de encaje. No podía gustarle más a Isbac lo certera y centrada que se mostraba a veces y lo niña e impulsiva que podía llegar a ser casi sin darse cuenta.

Él abrió los ojos antes. No entendía como no podían molestarle intensamente, al igual que a él, los rayos de sol que penetraban en la habitación por ese gran ventanal. Fue directamente al baño y se pegó una ducha, se lavo los dientes y volvió a la cama.Era curioso como no le molestaban los rayos de sol y notaba absolutamente siempre como alguien se colaba en su cama. Así que justo en el momento en que apoyó una mano en la cama sabiendo que se despertaría y por lo tanto mirándola, ella abrió los ojos para decirle...”lo has vuelto a hacer.... en el fondo te odio." Pero en seguida continuó. "ven aquí anda".


Dos o cuatro besos de buena mañana hicieron que les apeteciera desayunar fuera. Hoy no habían fuerzas ni para untar una tostada. Así pues se pusieron lo primero que encontraron en el armario y salieron de casa. Fueron al lugar de siempre "Cacoa", se pidieron un capuchino y un chocolate caliente. Y unas tostadas para acompañar. Les encantaba ese lugar por que estaba justo enfrente de un paseo enorme por el que pasaban cuatro personas contadas y normalmente podías observar a algún que otro hombre o mujer sentada en un banco pensando en sus cosas. Valerie siempre los miraba con detenimiento y él pensaba qué sería exactamente lo que ella imaginaría de ellos.


Dos minutos más tarde uno de ellos solamente quería negar la realidad que se le presentaba.

lunes, 15 de junio de 2009

Odio/Adoro

Me gustan las mañanas de sábado y domingo. Y las de luenes y viernes cuando son puente.
Me gustan los hombres que cruzan las piernas como las mujeres.
Y odio tus puntos suspensivos continuos en el tiempo.
Me gusta que te apartes cuando mis brazos te medio empujan y luego vuelves a mi corriendo para abrazarme.
Odio mi tripa pero le tengo cariño a mi ombligo.
Me gusta mojarme el pelo en verano y sentir el frescor que desprende en mi.
Me gusta tumbarme en la hierba y oler la paz de esa brisa tan particular.
Odio el lugar en el que vivo.
Odio la gente que vive en él.
Odio no entender nada y sentir que todo se me escapa de las manos.
Me gusta improvisar. Llamarte. Verte.
Me gusta decidirte tonta/o, te quiero.
Odio mis pies pero me encanta sentir la arena fría de la noche.
Me gusta pedirle deseos a la luna y mirarla fijamente.
Y me gustan mis pechos. Sí.
Me encanta recibir cartas que poder contestar a mano.
Me gustan las noches de moscatel y amaretto con café, con velas y música donde hablamos de todo y de nada, donde reímos y lloramos, donde somos nosotras mismas.
Odio que me chillen. Cada día más.
Odio que me interrumpan en medio de una canción triste.
Y me encantan las películas que acaban mal aunque me sienta triste y desgraciada.
Me gusta tocarme el pelo y hacer con el mil virguerias.
Me gusta más que me lo acaricies tú y que recorras mi cuerpo con tus manos.
Odio que dejes de besarme
Odio que tu mirada se pierda en la nada como si no fuera contigo nada.
Me encanta que me descubran en la medida que yo únicamente les dejo.
Me encanta soñar con una habitación llena de posits.
Y adoro que me protejan sin agobiar.
Odio sentir que estoy de espectadora de una función que no va conmigo.
Me gusta caminar debajo de la lluvia y sentir cada gota encima de mi.
Me gusta la nieve y jugar a tirar bolas.
Odio no haber hecho nunca un muñeco de nieve.
Y me gusta imaginar todas aquellas cosas que haré
Aunque también odie pensar que probablemente no pueda hacer ni la mitad.
Odio no saber qué hacer, qué decir, cómo actuar.
Me gusta mirar fijamente a los ojos hasta que alguien aparta la mirada.
Amo los atardeceres con un termo de café en la mano y una buena compáñía
Odio no poder viajar tanto.
Y me vuelvo loca pensando como sería.
Odio que no entiendas porque me gusta vivir.
Y en el fondo me encanta ser contradictoria. Caigo en mi propio pozo pero también tengo mi propia escalera.
Odio no tener tantas fotografías para poder recordar.
Odio despertarme después de un sueño entrañable.
Y me encanta ser la mujer de voz "Recordable"
Adoro las mañanas en las que me esperan con el desayuno hecho.
Me gusta el chocolate pero sobretodo cuando está acompañado de fresas.
Odio no haber tenido animales y sueño con tener un gato pronto.
Amo mis sábanas incluso cuando están revueltas .
Adoro los cojines.
Y te odio porque no estás aquí.

lunes, 1 de junio de 2009

Se trata de la agonía sostenida, de las siluetas borrosas y los caballeros caídos. De las voces que susurran a cada momento monosilabos extraños que te hacen recordar las incoherencias pasadas que ahora son las incoherencias futuras.
Las modificaciones cuantitativas han sido curiosamente elevadas mientras que tal vez lo más importante se haya quedado en la barrera de salida. La calidad de las acciones relacionadas con un entorno físico, social y emocional son nulas. Dos o tres de cada cinco millones de habitantes tal vez sufran alguna transformación positiva en todo esto. Sin embargo es solo algo que imagino.

Gana siempre la inestabilidad, la estúpidez y la solidez de unos valores que están bajo tierra, pisoteados y aplastados por nuevos "valores" desacreditados pero compartidos por las grandes masas de entes vivientes. Y en este punto nos preguntamos si realmente sirve de algo plantearse nada cuando uno mismo se regodea en el sufrimiento por los pensamientos aleatorios y las preguntas sin respuestas.

Quisiera poder taparme los ojos con un pañuelo rojo, que tú me dieras vueltas y luego me soltaras. Que pudiera palpar todo lo que me rodea y que no recordara lo que es, sino que imaginara todo cuánto podría ser. Y entonces, en unos segundos, volverte a encontrar para poder imaginar todavía más.
[Buenas noches Chopin y escritura automática. Como siempre una velada muy enriquecedora]